El último gran ídolo de la lucha libre mexicana…

Conteo de 20 segundos por Edrich Ballesteros

Hace tiempo, en cada arena donde se presentaba, el ruido ensordecedor de la gente se hacía sentir, los niños y no tan niños se emocionaban por verlo, se le veía en diferentes medios de comunicación no necesariamente especializados en la lucha libre, todos querían saber más de él, y aunque fue imitado, nadie, absolutamente nadie lo igualó hasta que él mismo se perdió…

Eso fue lo que le pasó al último gran ídolo de la lucha libre mexicana, y me refiero por supuesto, a quien ha portado los nombres de Místico, Sin Cara, Myztezyz, y actualmente Carístico, pero su historia es interesante y hoy, aunque hay muchos luchadores de gran calidad y arrastre, no han estado al nivel de lo que lo estuvo en su momento, el llamado “ahijado de Fray Tormenta“.

Y es que desde ahí partió todo, ese Místico nació de manera inteligente, se le adjudicó un origen por demás mágico para los amantes de la lucha libre, un niño rescatado por el mismo Fray Tormenta, que fue su inspiración para ser luchador y ayudar a los niños en desgracia, como él lo estuvo, algo que conquistó a mucha gente solo por eso.

Pero no obstante, había que hacer más, así que de alguna forma, el mismo Hijo del Santo lo apadrinó, para darle más valor al sobre nombre de “El Príncipe de Plata y Oro” en alusión a su indumentaria, pero hasta ese momento, el color plata solo se le relacionaba con la leyenda más grande de la lucha libre en México, a partir de ese momento, se le otorgó esa concesión de usar el color plata con la condición de hacerlo lucir.

Y ya con la bendición de Fray Tormenta y del Hijo del Santo, vendrían las pruebas de su consagración, ganador en diversos torneos dentro de el Consejo Mundial de Lucha Libre, campeón en varias ocasiones, le hacía falta algo más, y eso era, demostrar que en el ring, podía ser la inspiración de chicos y grandes.

Así que se enfrentó a maestros, a gente más pesada, más experimentada, y con su clásica llave, ganó, siendo honestos, el pique que lo llevó a la cumbre fue cuando después de varios meses (no semanas como ahora) se enfrentó a Black Warrior por las máscaras, en un evento pasado por PPV (de muy mala calidad por cierto) y en donde Místico salió como el ganador.

Pero no fue solo eso, también sobrepasó la lucha libre, saliendo en televisión, en programas diversos, en vídeos musicales, en fin, en todos lados estaba su imagen, aún cuando por momentos, jugaba a ser rudo, algo que nunca le quedó, pero que le dio un segundo aire para seguir empujando, de ahí, a cumplir el sueño americano y ser ahora conocido como Sin Cara.

El resto de la historia es de todos conocida, llegó como estrella a la WWE, no tuvo fogueo en un ambiente diferente, y los resultados no fueron los esperados, regresó solo para aterrizar en la realidad de un país donde el nombre es de quien lo paga y no de quien lo hace crecer y desfiló por las grandes empresas de México hasta regresar al Consejo Mundial de Lucha Libre, y ahí, vio que ya había otro Místico, aunque sin ese arrastre con la gente, sin esa chispa, sin eso que hace la diferencia entre el bueno y el mejor, ya las cosas no son las mismas, ya no llena arenas, ya no se venden tantas máscaras suyas, ya no sale en revistas ni en TV, pero en la memoria de quienes lo vimos desde el inicio, sabemos y reconocemos, que pese a las críticas, pese a la adversidades, y pese a él mismo, fue el último ídolo que hemos visto en la lucha libre mexicana, porque no solo fue moda, porque no solo tuvo admiradores, no, porque su sola presencia hacía que la gente se sintiera satisfecha por lo que pagó por un boleto, porque al final, la gente pone y la gente quita y a él, le dieron todo…

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