Gran Davis, la evolución y las pobres imitaciones

Conteo de 20 segundos por Edrich Ballesteros

El pasado 4 de noviembre de 1991, el mundo del pancracio se vestía de luto por la muerte de David Patiño, mejor conocido como Gran Davis, un hombre que después de ser luchador y perder la máscara contra Huracán Ramírez, se volvió el réferi más polémico de su momento, marcando con ello una nueva etapa en la lucha libre.

Un hombre que físicamente era como cualquier otra persona que se podía encontrar uno en la calle, de baja estatura, regordete, bigote y calvicie, y que sin embargo, demostraba sobre el ring, que él, era la autoridad por encima de todo, y que de él, dependía el resultado si así lo decidía, era el empoderamiento total del tercero en el ring.

Pero lo hizo muy bien, pues en esa época, por igual estaba la otra cara de la moneda con Roberto “El Güero” Rangel, un hombre de tez blanca, ojos claros, cabellera platinada y símbolo de la justicia sobre el cuadrilátero, elegante y con clase, así que eran como la luz y sombra de lo que debía ser el réferi en el cuadrilatero, y me atrevo a decir, que brillaron gracias a la existencia del otro, pues de lo contrario, habrían sido solo dos réferis más.

La gente va a una arena de lucha libre a sacar todas esas emociones encontradas, que se canalizan en esos hombres, que detrás de una máscara, representan lo bueno y lo malo, representan al ídolo o al villano, al blanco y al negro, así que muchos sacaban lo “peor” de si apoyando a los rudos o por el contrario, se dejaban ver como gente que respetaba las normas apoyando a los técnicos, así ha sido y será por mucho tiempo, porque de eso se trata la lucha libre, y cuando Gran Davis salía al ring, todo podía pasar.

Su sola presencia hacía que la gente en la arena estallara en júbilo o en repudio, pero después de adoptar el guante negro, jamás pasó desapercibido, y cuando hacía de las suyas, la gente pedía a gritos al “Güero”, a veces se les concedía, pero la mayoría de las veces era Davis el que se encargaba de darle ese sabor único y esa polémica que hacía falta a las luchas de esos ayeres.

Con su partida, dejó ese hueco, que ha querido ser llenado por muchos otros, pero todos una serie de imitaciones baratas que nada tienen que ver con lo que hacía Davis en el ring, muchos de esos imitadores lo que buscan es que los reflectores se posen sobre ellos, no quieren crear polémica, ellos quieren ser la polémica, no quieren que la gente disfrute la lucha, lo que quieren es ser odiados por esa gente, pareciendo que a veces los luchadores les estorban para ese objetivo.

Y es que el carisma no es algo que se compre en la farmacia, o se pueda adquirir con solo portar un nombre, el réferi no es la atracción, y muchos lo han olvidado en ese deseo de ser como aquel hombre bajito, de bigote y calvo que con solo pararse en el ring, creaba una atmósfera tan especial, sin que eso le quitara protagonismo a los luchadores, esa es la diferencia y es algo que nadie hasta el momento ha logrado, por eso es que en su intento, se convierten en copias baratas.

Muchos lo llaman estilo, muchos dicen que es parte del personaje, pero la realidad es que su necesidad de lucir y robar cámara, los hace parte de eso que no aporta nada a la lucha libre y son meros imitadores, pues muchos no vieron a Gran Davis, sino que vieron a sus copias mal hechas y es lo que han querido imitar, es la realidad.

El réferi no está para robar reflectores, no está para andar dando maromas en el ring, el réferi no está para llamar la atención, está para hacer que los luchadores hagan bien su trabajo, para hacer que la gente disfrute a sus ídolos, el réferi está, para hacer su trabajo, y ojo, no se trata de ser acartonado ni gris, se trata de no sentirse más importantes que el mismo luchador.

Gran Davis comenzó esto, sin saber quizás, lo que vendría después…

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