Luchador ¿Profesional? agredió a un menor de edad en evento de lucha libre en su colonia

Llega el día esperado, donde las familias podrán ir a ver un espectáculo de lucha libre profesional, donde se presentarán esos hombres que para muchos son sus héroes, para otros sus ídolos, y ahí, en una calle que hace las veces de Arena, surge lo impensable.

Un luchador “profesional” llamado Einar, agrede de forma física, no a un aficionado borracho, no a un impertinente, no a un adulto que se metió con él en lo personal y dejó a un lado lo que se ve arriba del ring, no, en esta ocasión agrede a un niño, un menor de edad que estaba ahí, y que terminó en el piso debido a esta agresión.

Más allá de hacerle promoción a un imbécil (no tengo otra forma de describir a alguien que comete este tipo de acciones en cualquier ámbito) esto nos debe servir para entender lo que es un luchador profesional.

Y es que no solo se trata de entrenar, de traer un equipo bonito, una máscara vistosa, de hacer grandes ejecuciones sobre el ring, ni nada de eso, un luchador profesional, lo primero que debe tener, es respeto por su profesión.

¿A que me refiero con respeto? Bueno, lo primero es entender que la lucha libre es un deporte espectáculo, no una carnicería, es una actividad cuya finalidad es que el público que lo presencie, salga de ahí satisfecho, con un buen sabor de boca, el luchador profesional lucha para la gente, no para si mismo.

Por igual, debe entender que ese público, haya pagado un boleto o ido gratis por ser una función en la calle, merece ser tratado con respeto, y entiéndase eso como que llegar en estado etílico, apestar, subir al ring a no hacer nada, eso, es faltar al respeto que se le debe a quienes invierten su tiempo y/o su dinero por ir a ver ese espectáculo.

Y entre esa gente, la mas importante son los niños, esos que tienen la ilusión de ver cosas impresionantes, esos que no mienten pues si te aplauden es porque les gustó pero si te abuchean o te ignoran, es porque mejor piensa en dedicarte a otra cosa, no hay público más sincero que los niños.

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Esos niños que lo que menos merecen, es que el luchador que se dice “profesional” los deje con la mano estirada, que no se quieran tomar una foto, que pase de largo como si no existieran, al contrario, muchos de los que hoy somos parte de este gremio, empezamos con el gusto desde niños, incluyendo las grandes estrellas y hasta las leyendas.

Pero que un niño sea tratado de la forma vil como se aprecia en el video ya viral, no tiene justificación alguna, no hay pretexto que valga para esto, porque es un niño, así de fácil.

Y no importa, como dije, si es en la calle o en una Arena, a los niños no se les trata así, y ojalá haya justicia en este caso.

Ya hemos visto, y algunos celebrado, que luchadores y aficionados se agredan físicamente en una función, el luchador profesional no debe actuar así, y la culpa no es de ellos, sino de las empresas que no cuentan con un staff de seguridad competente que evite estas situaciones, si un aficionado traspasa esa delgada línea entre la pasión desbordada y la intención de lastimar a un luchador, debe ser sacado inmediatamente del lugar, porque además, es un riesgo para los demás aficionados.

Pero si las empresas no pueden invertir en cuestiones médicas y apoyo a los luchadores, menos van a gastar en contratar seguridad.

Lo peor será, que dicho “luchador” siga siendo contratado por los promotores, que los compañeros sigan trabajando con él, porque si hubiera unidad, todos levantarían la mano y simplemente, como profesionales que son, no aceptarían estar en un mismo ring con una persona así, sobre todo porque cuando es día del niño, y hay funciones, todos, sin excepción, ese día anuncian que lo mas importante son los niños.

Es un buen momento para demostrarlo.

Así que quien quiera ser considerado como profesional, no se trata de como dije, de como se ven, ni lo que hacen sobre el ring, es más, ni siquiera la licencia los convierte en profesionales, esto se logra a través del respeto hacia lo que se hace, pero sobre todo, el respeto hacia el público y por encima de todo, a los niños.

Un profesional se hace responsable de sus actos y no busca excusas, y eso, aplica en la vida misma sin importar a lo que se dedique cada quien.

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